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Lo gauchesco en la pluma de José Hernández

  • lengualiteratura00
  • 8 ene 2023
  • 2 Min. de lectura

José Rafael Hernández fue un poeta y político argentino, conocido por haber pertenecido a la generación de 1837 (o Salón Literario) y también por haber escrito la obra cumbre de la literatura argentina: El gaucho Martín Fierro. Dividida en dos partes, La ida en 1872 y La vuelta en 1879, el autor decidió en su poema cederle la voz a un grupo social desprestigiado moralmente: el gaucho. Estos, según Sarmiento, tenían un estilo de vida considerado como parte de la barbarie:

"[…] niños sucios y cubiertos de harapos, viven con una jauría de perros; hombres tendidos por el suelo, en la más completa inacción; el desaseo y la pobreza por todas partes; una mesita y petacas por todo amueblado; ranchos miserables por habitación, y un aspecto general de barbarie y de incuria los hacen notables" (Facundo; Pág.28).

Martín Fierro, el protagonista de la obra hernandiana, es un gaucho que, tras haber atravesado por diversas injusticias, se convirtió en matrero. Sin embargo, a pesar de ello, la obra deja en evidencia una denuncia política al maltrato que este sector de la sociedad ha recibido durante el siglo XIX. También muestra que la figura del gaucho consiste en llevar una vida tranquila, donde la familia, el campo, la caza, la pulpería y otras distracciones eran las acciones principales que estos llevaban a cabo en el día a día. En lo personal, Martín Fierro es una obra que, sin importar la cantidad de veces que vuelva a leerla, siempre le encuentro un sentido diferente. De hecho, una de las escenas que más me gusta leer con mis alumnos es donde el protagonista describe, al inicio de la obra, cómo vivía antes de ser enviado a la frontera:

"Y sentao junto al jogón

A esperar que venga el día,

Al cimarrón le prendía

Hasta ponerse rechoncho

Mientras su china dormía

Tapadita con su poncho.


Y apenas la madrugada

Empezaba a coloriar,

Los pájaros a cantar,

Y las gallinas a apiarse,

Era cosa de largarse

Cada cual a trabajar.


Este se ata las espuelas,

Se sale el otro cantando,

Uno busca un pellón blando,

Este un lazo, otro un rebenque,

Y los pingos relinchando

Los llaman dende el palenque.


[...]


¡Ah tiempos! ¡Si era un orgullo

Ver jinetiar a un paisano!;

Cuando era gaucho vaquiano,

Aunque el potro se boliase;

No había uno que no parase

Con el cabestro en la mano.


Y mientras domaban unos,

Otros al campo salían,

Y la hacienda recogían,

Las manadas repuntaban,

Y ansí sin sentir pasaban

Entretenidos el día.


Y verlos al cáir la noche

En la cocina riunidos,

Con el juego bien prendido

Y mil cosas que contar,

Platicar muy divertidos

Hasta después de cenar.


Y con el buche bien lleno

Era cosa superior

Irse en brazos del amor

A dormir como la gente,

Pa empezar al día siguiente

Las fáinas del día anterior"


Acá podemos observar lo feliz que era el gaucho viviendo de una manera que, para la elite porteña, era mucho más que desdeñable. ¿Qué opinas al respecto? ¿Conoces la obra? ¿Qué parte te llamó más la atención de este poema? ¡Te leo!


 
 
 

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